Un pez histórico que ilustra la unión entre la ciencia y el arte

Autor:
  • Carmen Martínez

El pargo que montó en 1790 Cristóbal Vilella es uno de los peces más antiguos que puede verse en un museo. Este ejemplar nos traslada a una época en la que las colecciones de historia natural eran elementos esenciales para conocer el mundo que nos rodea y en la que la ilustración científica desempeñaba un papel significativo para avanzar en ese conocimiento. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) custodia este valioso ejemplar, que se exhibe en la exposición del Real Gabinete.


El Palacio de Goyeneche, construido por el famoso arquitecto y retablista barroco José Benito de Churriguera, fue la primera sede del Real Gabinete de Historia Natural, donde compartiría espacio con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La inscripción latina redactada por el escritor Tomás de Iriarte, que figura en su balcón principal, proclama: CAROLUS III REX NATURAM ARTEM SUB UNO TECTO IN PUBLICAM UTILITATEM CONSOCIAVIT ANNO MDCCLXXIV: “El rey Carlos III reunió Naturaleza y Arte bajo un mismo techo para pública utilidad en el año 1774”.

Palacio de Goyeneche


Cristobal Vilella y Amengual (1742-1803) fue un personaje ilustrado, muy vinculado al museo desde su fundación. Este pintor y naturalista mallorquín, más conocido por su faceta de artista, es un buen ejemplo de dicha inscripción. A los 18 años se trasladó a Madrid para formarse en la Real Academia de Bellas Artes, donde fue discípulo del ilustre pintor Antón Rafael Mengs. Pero aquella fue una época convulsa en la capital; estalló el motín de Esquilache y con él continuas revueltas populares que hicieron que sus padres le pidieran retornar a casa.


A su vuelta a la isla, no dejaba de pensar en la escuela de pintura de Madrid y en 1773 se presentó de nuevo en la Real Academia con la colección de producciones del reino mineral, animal y vegetal, todas de Mallorca, que había reunido, así como con dos libros con aguadas de plantas, peces y aves, con la esperanza de dar a conocer su arte.  Lo cierto es que los miembros de la Academia quedaron encantados y escribieron una carta al marqués de Grimaldi para que fuese empleado en el Real Gabinete y, también, pudiese conocer a Carlos III para mostrarle sus obras. Y aunque no fue contratado por el Real Gabinete, el príncipe (futuro rey Carlos IV) ordenó que se le pensionara con 200 ducados anuales para que continuase en Mallorca y colectase animales para disecar, y así incrementar las colecciones del Real Gabinete. También se le encargó copiar del natural aves, peces, plantas y otras curiosidades. Así fue como su talento y ambición, unidos a la pasión que sentía por la naturaleza, le convirtieron en una especie de corresponsal del Real Gabinete en Mallorca.


Ese mismo año Franco Dávila, primer director del Real Gabinete, le encarga distintas producciones y le aconseja cómo limpiarlas y conservarlas. De la frenética actividad de Vilella entre 1773 y 1786, dan fe 39 documentos relacionados con los envíos, que se conservan en el Archivo del MNCN. El pintor balear se dedicó intensamente a esta labor, convirtiéndose en un naturalista experimentado. Al principio pagaba a pescadores y cazadores para que le capturaran los ejemplares, aunque al final era él mismo quien los colectaba.

 

Bodegon peces


Enviar sus obras al Real Gabinete resultaba complicado debido a la penosa comunicación que existía entre Mallorca y la Península en aquella época. Muchas veces tenía que recurrir a paisanos suyos que viajaban a la capital. Para preservar el material, embalaba y numeraba meticulosamente los especímenes, que llegaban acompañados de unos cuadernos que denominó “Noticias naturales a lo histórico con los nombres propios de esta isla” donde figuraban los nombres vernáculos junto con información sobre el hábitat, alimentación, migración, etc. 
Cristóbal Vilella era una persona muy escrupulosa en su trabajo, como refleja esta carta que envía a Dávila: "Me gustaría tener proporciones (medios) para tener algunos libros de Historia Natural para no tropezar en equivocar los nombres propios de todas las piezas, por lo que le pido me avise siempre que cometa equivocación que se lo agradeceré mucho porque en esta isla son pocos los curiosos y los libros menos". Se podría decir que fue un precursor en el conocimiento de la fauna mediterráneo-balear.


Después del fallecimiento de Franco Dávila, en 1786, el naturalista mallorquín continuó enviando remesas de productos marinos. Una de ellas iba acompañada de una extensa nota con detalles sobre el procedimiento para preparar peces, curtiendo las pieles mediante un preservativo confeccionado con polvos de tabaco de Brasil, pimienta, alumbre calcinado y alcanfor. Su afán de conocimiento le llevó a estudiar la anatomía de los peces, montando los esqueletos y reproduciendo sus órganos en cera.

 

Pargo Real Gabinete


A finales de 1789, Vilella remitió tres cajones de especímenes, entre los que se encontraba un esqueleto de pargo (Pagrus pagrus). Este ejemplar, que tiene las vísceras reproducidas en cera, está datado en 1790. Es uno de los peces más antiguos del MNCN y está montado en una urna de madera y cristal, que se exhibe en la exposición que recrea el Real Gabinete. Es un buen ejemplo de la importancia que el mallorquín otorgaba al aspecto museístico de sus piezas. Los detalles de este espécimen pueden observarse pulsando este enlace.


El pargo es un pez óseo de tamaño mediano, hasta 90 cm de longitud, con el cuerpo ovalado y moderadamente comprimido. De color rosáceo, más intenso en el dorso, y plateado en el vientre; cabeza gris oscuro, desde detrás de los ojos hasta la comisura de la boca; resulta inconfundible por la aleta caudal con las dos puntas blancas. Se distribuye por las cálidas aguas costeras del Mediterráneo; del Atlántico oriental, desde las islas Británicas hasta la islas Canarias y del Atlántico occidental, desde el norte de Estados Unidos hasta Argentina.


Una bella imagen de este pez podemos verla en el cuadro de Vilella “Bodegón de peces, pargo y pintarroja” que se conserva en el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Desgraciadamente, la mayor parte de su obra se ha perdido, tanto los ejemplares que envió al Real Gabinete, como la mayoría de los dibujos que realizó. Solo se conservan los libros de dibujos que regaló al príncipe Carlos y algunos óleos de la colección de Godoy, que sería primer ministro en el reinado de Carlos IV.


Referencias bibliográficas:


Azcárate, I. 1987. Cristóbal Vilella: un naturalista en la Academia. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 64: 417-432.


Azcárate, I., Salinero, C. 1995. Cristóbal Vilella (1742-1803) y la Fundación del Gabinete de Historia Natural en el siglo XVIII (Exposición 6 de abril-6 de junio, 1995). Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 80: 205-212.


Villena, M., Almazán, J. S., Muñoz, J., Yagüe, F.  2009. El gabinete perdido. Pedro Franco Dávila y la Historia Natural del Siglo de las Luces. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid.

 

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